El desconcertante y entrecortado sonido de alarma conseguía que mis niveles de ansiedad se disparasen. Tan solo tenía unos escasos cinco minutos para parar aquello. Si no conseguía hacer funcionar nuevamente los conductos especiales por donde pasaba el nitrógeno, la sustancia más letal creada por el hombre acabaría con todo. Pasaría de estado líquido a gaseoso. Los recipientes donde estaban almacenados se desharían. Después, obviamente acabaría expandiéndose rápidamente por la atmósfera. Sus efectos más inmediatos eran devastadores. La carga genética de cualquier ser vivo se contorsionaría, creando espeluznantes mutaciones, para después causar una muerte lenta y dolorosa. Por medidas de seguridad, que al fin y al cabo son inútiles, todo el personal ha sido evacuado del complejo. ¿A dónde van a escapar? Si yo fallo no habrá lugar donde esconderse…
Bienvenidos al universo de Ktulu.
Parece que se está convirtiendo en una costumbre semanal que este humilde redactor le haga una reseña a algún disco clásico. En esta ocasión, he decidido darle un más que merecido homenaje a los incombustibles Ktulu. Tengo que confesaros que cada cierto tiempo, y a juzgar por su evolución, me pongo a pensar que hubiese sido de ellos si no se hubiesen adentrado en el pantanoso mundo del Industrial Metal. Pero bueno, hoy no vamos a debatir si su elección fue correcta o no. Durante estas esquelas, os haré recordar – o al menos intentarlo- su mastodóntico segundo álbum «Orden Genético». ¿Comenzamos?, ¿sí?, pues allá vamos.
La formación que grabó esta joya fue: Willy K (voz), Miguel Suesta (batería), Pablo (bajo), Montes (guitarra), Jorge Cabrera (guitarra).
Después de destrozarnos con su debut de 1991 «Involución», los thrashers de la época tan solo podían pensar en cómo sería su siguiente Elepé. Tres años más tarde, el sello SMD Records lanzó «Orden Genético». El cambio respecto a su anterior asalto era más que evidente. Sin dejar de lado en ningún momento el Thrash más sanguinario, los de Barcelona decidieron dar un leve giro a su forma de componer música, añadiendo a su ADN un alto porcentaje de Groove. Y la verdad sea dicha, les quedó perfecto. La velocidad seguía estando muy presente, pero los giros en las tonadas y la elaboración de las susodichas eran dignas de ovación. Por otro lado, su líder Willy K, adoptó un registro vocal más gutural, olvidándose de los falsetes y los tonos altos rasgados del primer Long Play. Tan solo había que catar la inicial «Mensaje subliminal» para comprobar la a todas miras mejora que habían sufrido. Pero no todo iba a ser bueno. La producción, resultaba «ratonera». El sonido era una mala imitación al usado en el «Vulgar Display Of Power» de los por aquellos entonces todopoderosos Pantera. Sin embargo, para muchos de los que ya hacíamos headbanging por esos años, nos resulta, aún a día de hoy cuanto menos entrañable. De inmediato, les llegaron las comparaciones con las huestes de Dimebag Darrel y los Machine Head del «Burn My Eyes», y no era para menos.
La acometida, como comentaba un poco más arriba, arrancaba con la letal ‘Mensaje subliminal’. Sin duda, es la canción más elaborada del disco. Sus constantes cambios de recorrido y su afiladísimo solo consigue dejar sin respiración a cualquiera. Lejos de ofrendar una y otra vez lo mismo, el grupo nos regala ‘Autodestrucción’. Con unos primeros segundos de guitarras oscuras y unas voces susurrantes, el corte nos pone la piel de gallina hasta que las «hachas» explotan, devastando todo lo que se le pone por delante. Asimismo, vuelven las increíbles ráfagas de celeridad. Mención aparte merece ese slapping de Pablo. Tal y como su propio nombre indica, ‘Sin treguas’ es todo un mazazo en la cabeza, que de un solo golpe consigue quebrarnos el cráneo. ¡Vaya comienzo y desarrollo posterior! Llegamos al ecuador del empuje con la tonada que le da nombre al álbum. ¿Se puede hacer algo más intenso dentro del «Metal Apaleador»?, yo creo que no. Una vez más, Miguel Suesta revienta antes que nadie, dándole paso a uno de los mejores riffs que este humilde redactor ha oído en su vida dentro del género del cual estamos hablando. Sin atisbo alguno de bajón de calidad, irrumpen ‘Utilizados’ y ‘El último pájaro’. Tristemente, se acerca el final. Para ello, la agrupación termina por echar toda la carne al asador. La penúltima canción, ‘Deja De Joder’ es tan fresca como descarnada, mientras que ‘No creo en ti’ es todo un ejemplo a seguir si lo que se busca es hacer esta forma de música radical. Me resulta de extrema necesidad comentaros que en su posterior reedición añadieron como bonus track, ‘Apocalipsis 25 D’, que fue usada en su momento como banda sonora de la película «El Día De La Bestia». Ese tema en cuestión ya nos mostraba la dirección musical que estos tíos iban a seguir en «Confrontación», aunque eso ya es otra historia.
Camaradas, algunas vacas sagradas como Angelus Apatrida, podría tomar buena nota de este plástico. Si nunca lo habéis oído, os tendría que dar vergüenza. IMPRESCINDIBLE.
Nota: 10
Autor: Chus
El grupo más profesional y con mayor talento que ha existido nunca en nuestro país. En mi opinión, el Orden Genético de KTULU es el mejor puto álbum que se ha grabado en España. Es simplemente perfecto. Técnico, afilado, rápido, variado, cañero y de la mayor calidad que existe musicalmente hablando. Las letras siguen estando de actualidad. Ojalá hubieran seguido en esa onda. Me considero muy afortunado de haber vivido aquella época de la banda. Saludos desde Valencia.
A mi temas como escarificación alma limbo o al este del purgatorio del otro disco siempre me gustaron mucho más