Crítica: Norsemen - Bloodlust (2019)

El guerrero, hacha en mano y con su inseparable pareja de lobos a su lado miró a sus enemigos. Estaba rodeado por una veintena de ellos. Sabía que le había llegado la hora. Tan solo podía procurar acabar con un buen puñado de ellos antes de entrar en el Valhalla. Gritó y echó a correr hacia sus contrincantes. Sus bestias hicieron lo mismo. Parte de los adversarios tenían arcos que no dudaron en usar. Las flechas se clavaron en la pierna derecha y el hombro izquierdo del berserker. A pesar de ello, siguió avanzando hasta poder usar su arma. Después de acabar con cinco, sintió como una espada le atravesaba el esternón. Cayó de bruces al suelo. Miró a su alrededor, comprobando como sus fieles animales ya habían perdido la vida. Un segundo después, el frío acero traspasó su corazón…
Bienvenidos al universo de Norsemen.

Los Death Metaleros Norsemen, publicaron el pasado 26 de abril de 2019 su primer L.P «Bloodlust» vía Time to Kill Records.

Su alineación es: Antonio Brignoli (guitarra rítmica), Giuseppe Bergamaschi (bajo), Guido Genovesi (guitarra solista), Paolo Munziello (batería), Rota Federico (voz).

Los italianos, sin haber compuesto un debut especialmente atrayente, han conseguido que con sus aproximados 46 minutos de música hacer que este viejo redactor pase un rato agradable. Por lo general, las composiciones, o al menos las partes principales no son nada del otro mundo. No obstante, os aseguro que en todos y cada uno de los cortes os toparéis con instantes que os harán alucinar. Asimismo, el buen sentido de la melodía y el dinamismo está presente de forma perpetua, asegurándose de esta forma que el tan temido tedio no llegué jamás. La pega llega en su recta final. No sé si es cosa mía, pero me han resultado demasiado similares las «hachas» desde ‘Surtur’ en adelante, bajando este suceso irremisiblemente la nota final. A pesar de ello, me es imposible no aprobarlos. Cambiando de tercio, la producción es tan potente como nítida, y su artwork está en consonancia con el resto de la obra.

Sin llegar a ser un conjunto de «Metal Muerto Melódico», encontraréis buenos ramalazos de ese tipo de música en las seis cuerdas. Antonio y Guido se encargan de no dejar ni un solo segundo de respiro con sus riffs fluidos y agresivos. No faltan los instantes de tremolo picking ni las dobles armonías.

Adentrándonos en el terreno de los registros vocales, los predominantes growls profundos comparten espacio con unas briznas de guturales agudos rasgados.

Las bass line brillan con especial fuerza en ‘Warrior’s Fate’ y ‘Time Wrecked Kingdom’.

Los parches son aporreados intensamente por Paulo. El equilibrio entre celeridad y contundencia es total.

Destacaría la hímnica ‘Black Mountain’ y la sanguinaria ‘Odin‘ como lo mejor del ataque.