Crítica: Eternal Storm – Come the Tide (2019)


Parecía que llevaba trabajando en el viejo faro varias vidas. Era una tarea sencilla, pero de gran responsabilidad. Aquella noche era desapacible. Había una gran tormenta y el mar estaba enrabietado. Odiaba que el clima llegase a ser tan hostil. Nunca llegaría a reconocerlo ante nadie, pero solía sentir miedo cuando oía al cielo rugir. ¿Qué pensarían el resto de él? ¿Un tipo que le daba miedo los relámpagos y laborando donde lo hacía?, era ridículo. A altas horas de madrugada, un gran estruendo lo sobresaltó, arrancándolo de golpe de los brazos de Morfeo. Fue de inmediato a mirar que había ocurrido. Desde lo más alto de la atalaya divisó algo que no podía ser verdad. Un barco había encallado en la mitad de la playa. ¿Cómo era posible? Se vistió y bajó a investigar. Las bofetadas de viento y agua le impedían ver con claridad. Conforme se acercaba a la nave, se percató que decenas de personas salían costosamente de sus ruinas. Al enfocarlos con la linterna, su sangre se heló. ¡Eran cadáveres en avanzado estado de descomposición avanzando por el lugar!
Bienvenidos al universo de Eternal Storm.

El primer L.P de los Melo Death Metaleros Eternal Storm llamado «Come the Tide», aparecerá el 23 de agosto de 2019 gracias a  Transcending Obscurity Records.

El grupo está formado por: Daniel Maganto (guitarra), Kheryon (bajo y voz), Jaime Torres (guitarra), Mateo Novati (batería).

No creo que nadie niegue el potencial de los de Madrid. Su debut, cargado de matices es increíblemente ambicioso. Su principal baza es que no se concibe un track sin el siguiente, conformando un todo realmente compacto. Las tonadas, repletas de sensibilidad, no dejan de lado en ningún momento la violencia e ira propia de la música extrema. Sin embargo, si me preguntáis que me ha parecido el disco, tengo que responder que no me ha gustado demasiado. Pero lo cortés no quita lo valiente, y ante tanta calidad de forma objetiva, solo puedo quitarme el sombrero y reconocer a los cuatro vientos la valía del cuarteto. Ahora os preguntaréis, «bueno, y si tan buenos son, ¿por qué no te ha gustado el Elepé?» Pues porque he tenido la sensación de que las canciones estaban alargadas en demasía. Al final, perdía el interés en éstas. No obstante, vuelvo a repetir, estamos ante un señor disco le pese a quien le pese.  

Cuidado con la melancolía y oscuridad que desprenden las seis cuerdas. Las dobles armonías mandan, creando una atmosfera dramática a la par que épica. No dejan atrás los toques de tremolo picking, ni las pinceladas netamente siniestras.

Festival de registros vocales. Los growls cavernosos, conviven sin pega alguna con guturales agudos rasgados y unas puntuales e innecesarias clean vocals.

Los tambores suelen ir a medio gas. Aunque si es necesario, los «golpes relámpago» hacen acto de presencia para arrancarnos la piel a tiras.

Me llamó especialmente la atención ‘The Scarlet Lake’. Sin temor a equivocarme, sin duda es la canción más lúgubre de todas.

Si a mí que no ha sido demasiado de mi agrado el plástico me ha parecido bueno, al los que os interese de verdad estas propuestas vais a alucinar. Yo de vosotros no les perdería la pista.

Nota: 7,5
Autor: Chus

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