Memorias de un No Muerto: The Stone – Teatar Apsurda (2017)

Desde el mismo momento en el que lo conocí, supe que no era una persona común. No sabría explicarlo, pero su mirada tenía algo que me helaba la sangre. Nuestra amistad no duró demasiado. Sus excentricidades terminaron por hartarme y decidí alejarme. Sin embargo, mi hermano no pensó lo mismo. Se convirtieron en uña y carne. Hace tan solo hace unos días, me enteré de que había formado una especie de club privado. Me picó la curiosidad y hablé con ellos para ver si podía echar un vistazo a lo que allí se cocía. No me pusieron ninguna pega. Al caer la noche, visité el local. De entrada, vi un grupo de más o menos 20 personas. Cada uno de ellos estaban ataviados con túnicas negras bastante roídas. Esa visión tendría que haber sido suficiente para salir pitando, pero no fue así. La curiosidad pudo más que el miedo. El resto de la noche, la tengo bastante difusa en mi cabeza. Lo último que recuerdo, debe de ser producto de mi imaginación. Mi mente reproduce una y otra vez la imagen de mi siniestro ex amigo expulsando una extraña neblina verde por la boca que se acababa introduciéndose en nosotros mientras entonaba unos hipnóticos canticos…
Bienvenidos al universo de The Stone.

El 9 de diciembre de 2017, apareció «Teatar apsurda», el septimo trabajo de los Black metaleros The Stone. El sello encargado de lanzarlo, fue Mizantropeon Records.

La banda está compuesta por: Kozeljnik (guitarra), Demonetras (guitarra), Glad (voz), Vrag (bajo), Usud (batería para los shows en vivo).

Talento puro es lo que tienen los de Serbia. Para seros sinceros, jamás los había oído y he quedado sobradamente complacido con su propuesta. Practican un «Metal Negro» muy veloz. Las tonadas, a pesar de ser más bien extensas, son toda una gozada. Contienen el número justo de cambios de recorrido para no caer en el profundo pozo del tedio. Aunque lo mejor de todo, es que enganchan. Sin dudarlo, os aseguro que no son una banda más del montón. La producción, gracias a Odín se sale del típico sonido ultra sucio. Aquí entenderéis cada una de las notas, sin que por ello se haya renunciado a la barbarie musical. El claro talón de Aquiles es el artwork. Es imposible hacer una portada más insulsa.

Sobradamente insidiosos son los riffs. No existe la más mínima sorpresa, pero ante los ataques de dobles tonos y armonías, unidos a los embistes de tremolo picking, solo se puede hacer una cosa: quitarse el sombrero. ¡Vaya guitarras más adictivas!

Con las voces tan solo encontraréis violencia. De forma puramente anecdótica, se atreven con coros limpios en ‘Ja, car i bog’ y ‘Harmonija u haosu’.

Como ya comenté en el párrafo principal, la sección rítmica va a toda castaña. Poca paz os espera camaradas.

La solidez, y en el buen sentido de la palabra, linealidad, son las señas de identidad de estos tíos. No destacaría ningún track en concreto. Si catáis la inicial ‘Gavranovo’ sabréis por donde irán los tiros durante las 7 canciones que conforman el Elepé.

A mí me han convencido sin problemas. Yo de vosotros, me pondría el redondo que hoy ha protagonizado la reseña que estáis leyendo…. YA.

Nota: 7,5
Autor: Chus

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