Crítica: Ruin – Spread Plague Death (2021)


La plaga tuvo un doble efecto. No solo murieron millones de personas, sino que los supervivientes, se encontraron ante un estado de miedo y depresión perpetuo. Mientras tanto, los grandes dirigentes, viendo que la situación se les fue de las manos, comenzaron a realizar una serie de experimentos con humanos. Si no frenaban la pandemia pronto, no tendrían esclavos que los obedecieran a pies juntillas.
Dentro del bunker situado cerca del meridiano cero, los alaridos de dolor de los desgraciados que allí se hallaban eran indescriptibles. Extrañas sustancias corrían por largos tubos transparentes, conectados de forma directa a sus venas. En ocasiones, si había suerte, el sujeto moría en el acto. Sus pulmones se encharcaban, ahogándose de inmediato. Otras veces, el tormento era mayor, mutando de dentro hacia afuera, para acabar explotando. La carrera contra reloj estaba a punto de acabar, y las sucias ratas que dominaban la civilización, no podían frenar lo que ellas mismas habían creado…
Bienvenidos al universo de Ruin.

El 27 de agosto, vio la luz el tercer Larga Duración de los Death metaleros Ruin titulado «Spread Plague Death». Dicho lanzamiento fue posible gracias a Nameless Grave Records, Nero One Records, Death Metal Cult y Goat Throne Records.

La alineación del combo es: Mihail Jason Satan (voz), D-Muerte (batería), Spine (bajo), Destroy (guitarra), Carsten Brix (guitarra).

Tétrico, oscuro y sin florituras. Así es el nuevo Elepé de los americanos, el cual consigue sin problema alguno que sintáis el frío toque de la guadaña en vuestra piel. Os aseguro, que a día de hoy es complicado toparse con un disco tan opresivo y putrefacto como este. En lo personal, he de confesaros que, sin haberme disgustado, tampoco me ha parecido una maravilla. Ha conseguido hacerme pasar un buen rato sin más. La producción es sucia en su justa medida, mientras que el artwork, inquietante cuanto menos, conseguirá poner la piel de gallina a más de uno.

Asfixiante y malévolas son las seis cuerdas. Los fluidos y efectivos a la par que sencillos riffs os infectarán hasta la medula. Por supuesto, no podían faltar las inclusiones puntuales de dobles armonías ni acometidas de tremolo picking cuando es necesario. Los esporádicos solos cumplen sin más.

El uso de guturales agudos rasgados es ínfimo mas no inexistente. Lo que prima por supuesto son unos profundos growls.

Los tambores, sin que se hayan dejado atrás por completo la celeridad, tienden a ir a medio gas. Los up tempos y los «golpes relámpago» aparecen lo justo.

Ojo con ‘Murderous Delirium‘, ‘At One with the Earth and Worms‘ y ‘Slow Degradation‘. No sé qué os parecerán a vosotros. Para mí son lo mejor del Long Play.

Los más veteranos disfrutarán el redondo que hoy os he comentado. Ellos, y los seguidores de la música radical de corte añejo y descompuesto.

Nota: 6,5
Autor: Chus

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