Crítica: Grave – Hating Life (Reedición 2021)


No podía moverse, ni tan siquiera gritar. Tirado en el suelo, sentía como poco a poco la carne iba descomponiéndose. El ojo derecho comenzó a pudrirse. Intentó cerrar los parpados, pero se dio cuenta de que ya no tenía. Una lágrima salió del izquierdo, recorriendo el cada vez más agujereado rostro. De repente, percibió como los gusanos hicieron acto de presencia. Por el amor de Dios, ¡lo estaban devorando! Sin duda, el maldito hechicero hizo un buen trabajo. Pronto no sería más que un saco de huesos, cuya alma estaría atrapada por toda la eternidad en el mundo de los vivos….
Bienvenidos al universo de Grave.

El 25 de marzo de 1996, Century Media Records lanzó el cuarto trabajo de Grave «Hating Life». En la actualidad, MDD Records lo reeditó el 25 de junio de 2021, y aquí estamos nosotros para ofrecer su respectiva reseña.

La alineación que en su momento creó dicha obra fue: Ola Lindgren (guitarra, voz, bajo), Jens «Jensa» Paulsson (batería).

Los 90 fueron complicados para el Metal. Mientras que el Grunge arrasaba con todo y el Black Metal noruego despuntaba, el Thrash moría y el Death se mantenía a duras penas. Entonces, llegaron Pantera con su peculiar versión del Groove (copiada al principio de Exhorder) y cambiaron las reglas del juego. Parecía que todo tenía que ir a medio gas y ser muy pesado para poder triunfar. Ejemplos claros de lo que digo, podían ser el «Black Faith» de Cancer o precisamente el disco que hoy nos ocupa.
Señoras y señores, cualquiera que en su momento se dejase el cuello con «Into The Grave» se echaría las manos a la cabeza con lo que proponían los suecos en «Hating Life». Prácticamente, cualquier elemento de «Metal Muerto» había desaparecido. Tan solo quedó intacto el pétreo sonido de «hachas». Por lo demás, las composiciones estaban cargadas de rotundidad y una mayor simpleza. ¿El plástico fue malo?, la verdad es que no, mas desde luego, a muchos nos pareció algo decepcionante.

Las mastodónticas seis cuerdas pisan con seguridad y fuerza el cráneo de cualquiera. Perpetuamente contundentes, a veces entrecortados y otras fluidos son los riffs. La lead guitar no trabaja siempre, aunque al hacerlo cumple las expectativas sin problema alguno.

El registro es mucho menos agresivo que en sus inicios. Aún a riesgo de ser reiterativo, y a sabiendas que no queda demasiado bien repetir una y otra vez la misma palabra o concepto en un artículo, el tono de Ola aquí es muy groovie.

A lo largo y ancho del Long Play, el bajo tiene sus momentos de gloria. Cierto es que no hace nada del otro mundo, pero se deja oír y eso siempre es bien.

Los mid tempos mandan con mano dura en los 10 tracks que componen el álbum. Los anecdóticos y puntuales arranques de velocidad en la percusión lo hallaréis tan solo en ‘Worth the Wait‘ y en ‘Redress‘.

Si os va el Metal compacto y con agallas, echadle un oído. Si por el contrario buscáis algo más radical, mejor que miréis a otro lado.

Nota: 6
Autor: Chus

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