En la reseña de hoy hablaremos del último álbum de la banda sueca de Thrash Death Metal, Mefisto, pero antes parémonos a contar la historia de la banda, pues para quien no los conozca, Mefisto es una de esas bandas que ayudó a darle forma al Metal Extremo tal y como lo conocemos hoy en día.
La banda se formó en el año 1984 en Estocolmo y lanzaron dos demos en 1986, tras esto, desaparecieron y en 1999 vio la luz las demos una vez más, pero esta vez en CD por primera vez y en 2015 fueron relanzadas, tanto en CD como en vinilo. En el año 2017 lanzaron su primer álbum de larga duración, en el que participaba el mítico LG Petrov en una de sus canciones y además, el batería original de la banda también hacía las labores de vocalista junto con el reclutado guitarrista Mogge, quien también tocó el bajo en la grabación. En el 2019 lanzaron un nuevo trabajo, titulado “Octagram”, en el que participaba Chaq Mol, guitarrista de Dark Funeral y un año más tarde la formación se reformó prácticamente por completo, quedando de la siguiente manera: Chaq Mol a la guitarra, A. Impaler de Naglfar y Firespawn al bajo, Chris Barkensjö de Witchery y Lik a la batería, Carl Westholm de Candlemass y Avatarium al teclado, Morgan Myrhberg a la guitarra rítmica y el miembro original de Mefisto, Robert Granath a la voz. Esta última formación grabó su nuevo álbum “Phosphorus”, lanzado el pasado 13 de julio, a través de GMR Music Group.
“Phosphorus” se compone de diez temas y si estás esperando un trabajo de Death Thrash clásico y de la vieja escuela, olvídate. La banda se ha alejado de sus raíces y han creado un álbum moderno en el sentido de que han puesto mucho hincapié en las atmósferas, por lo que podríamos hablar de Death Metal atmosférico moderno, pero también encontramos elementos de otros géneros; unas guitarras pausadas y melodicamente oscuras y tenebrosas, acompañadas de un teclado que ayuda a crear las citadas atmósferas más propias del Doom Metal, tanto a base de guitarras cristalinas, solos muy heavy metaleros y riffs más agresivos con un sonido más enfocado en el Death Metal melódico; prueba de ello la encontramos en temas como ‘Blades of Lucifer’ o la siguiente ‘The Blasphemous Souls’. Asímismo, algunas composiciones añaden coros femeninos o voces femeninas a dúo con los growls de Robert Granath, lo cual añade mucho más color y profundidad a las atmósferas.
Como ya he comentado, Robert se encarga de los growls y estos son la voz predominante a lo largo de todas las canciones, pero no estamos ante un growl salvaje, sino que podríamos hablar de un growl que esconde muchos matices, pues acompaña en todo momento, ya sea en sus momentos más agresivos como aquellos más pausados, siempre añadiendo el rango adecuado a cada momento.
Por otra parte, cabe destacar la labor de la batería, ya que esta no se dedica únicamente a marcar el ritmo. Es una auténtica delicia escuchar cada uno de los detalles que ejecuta, así como sus intrincados ritmos.
En definitiva, soy consciente de que “Phosphorus” no es un disco que vaya a gustar a todo el mundo ni lo pretende, pero lo que está claro es que es un gran álbum.
Nota: 9
Autor: Ramón
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