Cuán patéticos. Indefensos, maniatados y golpeados. Sollozan y piden ayuda. Qué lastimosos son…. Tengo en la cabeza todo lo que voy a hacer con ellos. No los mataré de igual forma. El único punto en común que tendrán será que les haré ver como hago el trabajo. Incluso les diré que día será el turno de cada uno. Dos de ellos serán ahogados. Uno en agua, y otro con plástico en la cabeza. El tercero, iré rompiendo huesos, desde los pies hasta llegar al cráneo. Y por último el cuarto tan solo lo despiezaré. Le cauterizaré las heridas para que la diversión dure más. Con los restos…. qué diablos, los meteré en ácido….
Bienvenidos al universo de Carcass.
El 31 de octubre de 1991, los padres del GoreGrind, Carcass, volvían a la carga con un nuevo trabajo. Hablo por supuesto del impresionante «Necroticism – Descanting the Insalubrious» editado en su momento por Earache Records.
En aquellos años, la alineación de grupo era: Jeff Walker (bajo y voz), Bill Steer (guitarra y voces), Michael Amott (guitarra), Ken Owen (batería).
Después de «Reek of Putrefaction» -su disco más cafre y salvaje musicalmente hablando-, se atisbó un ápice de evolución en «Symphonies of Sickness». Por supuesto, en «la sinfonía enfermiza» no escatimaron en brutalidad, mas aclararon de forma notable la producción. Ahora bien, al llegar «Necroticism – Descanting the Insalubrious», se hizo completamente evidente que los ingleses deseaban moverse hacia adelante en su carrera, sin que por ello tuvieran que renunciar a la violencia sónica.
Su tercer redondo mostraba a una banda que había madurado muchísimo. Querían demostrar que eran buenos músicos, y vaya si lo lograron. Las composiciones son variadas y variables hasta decir basta. La velocidad pasó a un segundo plano, dando pie a unas estructuras elaboradas que le volaban los sesos al más pintado. Por supuesto, todo ello sin dejar de lado ese hedor a muerte que habían despedido siempre. Como era de esperar, los seguidores más puristas y corrosivos no quedaron del todo satisfechos. A pesar de ello, el resto de la comunidad extrema se rindió ante sus pies.
El Elepé en sí, no es de esos que entran a la primera, o al menos eso me ocurrió a mí en mis años mozos cuando lo caté por primera vez. Con el tiempo, cada vez fui apreciándolo más y más, hasta que lo consideré, lo considero y lo consideraré toda una obra maestra que jamás me cansaré de recomendar.
Los enfermizos riffs exhibían rotundidad y un buen sentido de la melodía más macabra. Palm mutes adictivos, dobles armonías devastadoras y unos solos de otro mundo son sus señas de identidad.
Los embistes de dobles registros vocales fueron más modestos que en pasado, dando más protagonismo a la labor de Mr Walker en el micrófono.
Ken Owen hizo un trabajo impoluto tras su kit de tambores. Si alguien pensaba que tan solo podía tocar up tempos endiablados y «golpes relámpago» a troche y moche dejó de hacerlo al catar este Long Play, descubriéndose como lo que en realidad era: un gran baterista.
Sería estúpido recomendar algún tema en concreto, ya que todos son perfectos. Si hay algún novato en la sala que aún no le haya dado al play a «Necroticism – Descanting the Insalubrious» no sé a qué espera.
Nota: 10
Autor: Chus
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