Crítica: Exhumation – Master’s Personae (2024)


Muerte en Mas d’Enric. El 13 de marzo de 2024 se produjo en la prisión de Mas d’Enric del municipio de El Catllar -de una población en torno a los 5.000 habitantes- el asesinato de una trabajadora de 48 años, con una amplia experiencia en cocinas de prisiones y gestión de internos, a manos de un recluso de igual edad en la cámara frigorífica donde ambos trabajaban durante el turno de tarde. Para ello, utilizó una arma blanca. Después, el agresor mortal se quitó la vida con la misma arma. El hombre cumplía condena de once años de reclusión por el asesinato en 2016 de una mujer en el municipio tarraconense de Valls -con una población que rebasa los 25.000 habitantes-, siendo interno de confianza desde hacía más de cuatro años. Recientemente le fue abierto un expediente por golpear a otro recluso tras una discusión entre ellos. Tras ser apartado temporalmente y cumplir la sanción subsiguiente, se le readmitió en el trabajo por su buen comportamiento tras recibir el aval de la Junta de Tratamiento de la cárcel, habiendo recibido formación ofrecida por el Centro de Iniciativas para la Reinserción. Como norma general, los condenados por los delitos más graves son elegidos, una vez evaluados, para el desempeño de trabajos a fin de que no dejen el puesto de empleo a corto plazo.

El disco de hoy es el LP «Master’s Personae» (El rol del Maestro) del dúo Exhumation (Exhumación), su cuarto larga duración para una actividad musical que comenzaron en 2008 practicando Metal Muerto desde su país natal Indonesia. Fue lanzado el 26 de abril de 2024 en formato CD, vinilo y digital por el sello singapurense Pulverised Records.

Exhumation llegaron a tener hasta cuatro miembros oficiales, hasta que perdieron tal número con la marcha de uno de sus guitarristas en 2013 y del bajista en 2018, a partir de lo cual han contado con músicos de sesión para sus entregas discográficas. En «Master’s Personae» han reclutado a un guitarrista australiano, a un bajista estadounidense y a un baterista de su propio país.

La portada orientalista es sumamente simbólica, muy bien construida y con un uso excelente de los tonos semioscuros, recuperando la calavera invertida de su anterior LP «Eleventh Formulae» (La undécima fórmula) de 2020. Como curiosidad, puede trazarse una comparativa entre la portada de este su penúltimo disco con la de «Torn Arteries» (Arterias rotas), séptimo álbum de estudio de las leyendas inglesas Carcass (Cadáver) -véase la crítica de Chus el 21 de septiembre de 2021 en Broken Tomb-. Aun en su variación de tono, hay elementos conectivos presentes.

La producción cumple sin objeciones reseñables, a pesar de una posible falta de mayor potencia en el conjunto global del sonido.

Los ritmos a escuchar son lentos, medios, rápidos y muy rápidos en las diez composiciones presentadas, 8 canciones y 2 instrumentales, deparando una duración total de 37:39, bien dosificadas en cuanto a su minutaje.

La voz mantiene un constante pulso ronco y desgarrado, salpimentado a lo largo del disco de alaridos escalofriantes -con una reminiscencia tímbrica similar a lo propuesto en su día por el abisal dueto sueco Silencer (Silenciador)-. También hallamos en este apartado vocal segmentos de coro tenebroso tanto en ‘Pierce the Abyssheart‘ (Perforar el corazón del abismo) como en ‘Chaos Feasting‘ (El banquete del caos), mientras que en ‘Perilous Tongue‘ (Lengua peligrosa) aparece un idóneo expectorado -el único en todo el álbum- y en ‘Mahapralaya‘ (La gran disolución) una parte invocativa espeluznante.

Las guitarras son fieras y aceradas, en una partitura con ecos de los años ochenta y principios de los noventa. Los solos, bien elaborados, también participan de esta naturaleza. Destaca el intervalo acústico profundo en el breve tema instrumental ‘The Martyr’s Lament‘ (El lamento del mártir) y las seis cuerdas refinadas en la parte final de ‘Thy Mighty Locution‘ (Tu poderosa locución).

El bajo permanece académico en una labor suficiente y adaptativa. En el corte ‘Thine Inmost Curse‘ (Tu maldición interior) presenta una línea de contundencia acrecentada.

La batería, a los parches, los platos y el doble pedal, realza las pautas rítmicas con una furia orgánica de muy alto octanaje, de lo mejor del álbum.

Coda: un álbum merecedor de más de una escucha entre febriles sueños quebradizos.

Nota: 7.
Autor: Deader.

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