Crítica: Fulci – Duck Face Killings (2024)


El verano del infierno. La cronología avernal es muy ensimismada y entrópica. Lo dentro/fuera malvive marásmicamente sin huella ni poso discernibles a niveles mundanos. Hay momentos donde el espacio te inunda con un vacío completo, mientras hay otros en el que no puedes mantenerte <<erguido>> en un centímetro cuadrado de un suelo inexistente. Los rostros atisbados en estas latitudes de maldición perenne son de un fuego hirviente, lo más cercano a la época estival en el orbe azul. Hay mucho dolor, aunque parece que multitudes de habitantes de este sitio lo disfrutan con un rictus de imposible satisfacción. Es parecido a traspasar un millón de líneas rojas en una mortecina oscuridad desviada. En este callejón inmenso sin salida aparente hay almas en pena encadenadas a la sinrazón del daño causado en defecto de una existencia desgraciada trasladada a los demás, inocentes o no de un destino desbrozado por la maldad en cualquiera de sus múltiples manifestaciones eméticas. La comprensión se aleja de los parámetros normales en base a lo elegido por aquellos que no dudan en crear caos y destrucción a su alrededor, un núcleo dañino donde nada importa en los cuestionamientos conclusos de un paraíso mortal construido sobre las brasas del verano en torno a hogueras llameantes antropomórficas, cuyas chispas revolotean aullantes en un pestífero aire viciado.

El disco de hoy es «Duck Face Killings» (Los asesinatos del Rostro de Pato), el quinto elepé de los italianos Fulci, cinco practicantes de Metal Muerto desde 2013. Toman su nombre de un director de cine conocido por sus truculentas películas de terror. De ahí el título y el concepto íntegro del álbum, inspirado en una de sus obras que rodó en 1982 con el nombre de El destripador de Nueva York.

Su segundo y tercer álbum fueron reseñados por Chus el 6 de mayo de 2019 y el 23 de agosto de 2021, respectivamente, para Broken Tomb, siendo su cuarto larga duración la regrabación de temas de su repertorio tocado en directo en los míticos estudios de Morrisound -Tampa, Florida, EE.UU.- que se publicó el 1 de noviembre de 2023 con el explicativo título «The Morrisound Session».

Una vez visto el dibujo de la portada -mórbido y cruento, de reminiscencias letales- del disco que nos ocupa, encontramos un listado de 14 composiciones, 3 instrumentales y 11 cantadas, con una duración global de 32:43. Individualizadas, la última pieza es la que posee un mayor minutaje, sobrepasando por un segundo los tres minutos completos.

La producción del sonido es sumamente cuidada y sobresaliente.

Los ritmos implementados son lentos, medios, rápidos y muy rápidos.

La voz es gutural, aunque no desdeña agudos puntuales contrarrestados. El tema ‘Knife‘ (Cuchillo) nos sorprende con la voz de un artista de rap. En la canción ‘Duck Face Killings‘ escucharemos aterradores chillidos porcinos.

Las guitarras persiguen la horadación afilada de corte infeccioso, hallando segmentos de Metal Apaleador canónigo y solos de ejecución filosa.

El bajo realiza una buena labor, sin innovar en su senda rítmica apremiante.

La batería alcanza notables momentos a los parches, los platos y el doble pedal, destacando por sus golpes de potencia antrópica.

Cabe reseñar el dosificado empleo de samples y sintetizadores a cargo de TV-Crimes así como la ejecutoria de un saxo en la final ‘Il Miele del Diavolo‘ (La miel del diablo).

Coda: un disco para un grupo cuyo paso de terceto a quinteto ha conllevado el aumento de su calidad sonora y musical.

Nota: 7,5.
Autor: Deader.

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